Surge en la década de 1970 al empezar a quedar desfasados los modelos de enfoque de Columbia y el de Michigan. Este modelo pretende explicar el comportamiento y la participación electoral, a partir de los beneficios económicos que el elector percibía que había recibido o que iba a recibir; es decir, un modelo racional en el que entraban en consideración tanto elementos materiales como simbólicos.[i] Dentro de esta concepción los individuos votan de forma racional a partir de los beneficios obtenidos o probables –intereses personales– que se les plantea por los actores electorales. Aquí, no votan por un partido o grupo social, sino, por percepciones que estos tienen en relación con las acciones e inacciones del gobierno que este en el poder, y en función de la capacidad de los partidos opositores de generar confianza y credibilidad en las ofertas que realizarán durante la campaña, creando un espacio de disputa de votante que está en la mitad para decidir por la mejor opción.
El modelo explica la decisión de votar sobre tres parámetros:
Por: Fabricio Betancourt
[i]Roche, Laura, 2008. Modelos de comportamiento electoral y político, Gestipolis.
Disponible en web
https://www.gestiopolis.com/modelos-de-comportamiento-electoral-y-politico/